Actualmente, el equipo busca aplicar su piel biónica en humanos. Esta nueva generación de pieles cibernéticas de alta tecnología tiene un grosor de solamente la décima parte del celofan, es totalmente flexible e incluso puede arrugarse como si fuera piel de verdad.
Por supuesto que los sensores de temperatura y presión no serían las principales ventajas de estas pieles si las aplicamos a personas que por supuesto ya tienen piel, pero en lugar de eso los científicos podrían incluir otros tipos de sensores, como un monitor cardíaco por ejemplo.
Para el futuro ya se está hablando de pieles con conexión WiFi y funcionalidades similares a las de un smartphone. La tecnología todavía no ha avanzado lo suficiente como para hacer de esto último una realidad, pero quizá dentro de algunos años se vuelva posible.
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